André Tchaikowsky, un judío polaco que escapó del Holocausto y murió de cáncer en Gran Bretaña en 1982 a la edad de 46 años, donó su cráneo a la
Royal Shakespeare Company para que se utilizase un día en la escena más famosa de
Hamlet.
La compañía de actores lo había conservado en un estuche entre otros atrezos:

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