Ío, con 3.643 kilómetros de diámetro, es la cuarta luna más grande del Sistema Solar y gira alrededor de Júpiter.
Es un satélite colorido e infernal, poblado de tonos rojos, amarillos y verdes, y cubierto por gigantescos volcanes que expulsan azufre ardiente a unos 1500°C, polvo y otros materiales fundidos hasta cientos de kilómetros de altura, generando uno de los espectáculos más impresionantes que puedan imaginarse. La baja gravedad del satélite hace que parte de ese material sea permanentemente expulsado de la luna, distribuyéndose en un anillo de material que cubre su órbita. Posteriormente, otra parte de dicho material expulsado e ionizado es atrapado por el intenso campo magnético de Júpiter.
Es el cuerpo volcánico más activo del Sistema Solar (más de 400 volcanes). Al igual que ocurre con Europa, la tremenda gravedad de Júpiter la estira y comprime, provocando su instenso vulcanismo.
También posee más de 100 montañas, algunas más altas que el Everest. Por otra parte, Ío no tiene prácticamente cráteres, debido a que la intensa actividad volcánica ha borrado por completo las señales de cráteres de impactos pasados en su superficie.
Además Ío presenta lagos de azufre fundido, calderas volcánicas de varios kilómetros de profundidad y flujos extensos de material volcánico de varios cientos de kilómetros de largo.
Ío podría tener una fina atmósfera compuesta de dióxido de azufre y otros gases. A diferencia de los demás satélites galileanos, carece casi por completo de agua.
Fuente: Mariano Ribas, en Cielo Sur, y Wikipedia
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