Eso es lo que le ha ocurrido a Micah Grimes, el entrenador del Covenant High School, una escuela de educación religiosa y de índole cristiana de Dallas. Su equipo cometió el pecado de aplastar a sus rivales de Dallas Acamedy, otra escuela también de carácter eminentemente religioso, entre gritos del público que pedía "¡Cien!, ¡cien!" a sus jugadoras que alcanzaran la cifra redonda en su paliza a sus rivales.
Cuando acabó el partido, Grimes era obviamente un entrenador feliz tras asistir al excepcional rendimiento de su equipo y no hizo ningún esfuerzo por contener su alegría, algo que terminaría por soliviantar al director del Covenant, Kyle Queal, que consideró el comportamiento del entrenador "vergonzante y embarazoso", alejado totalmente de los "valores cristianos" de los que presume la institución...
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